Skip to main content

Me gustas.

Hay quien me conoce siendo poco afectiva. No queriendo serlo.
Y como iba a quererlo? No me interesa....Cuando lo perdí, surgió en mi una inmortalidad producto de mi falta de interés. Hacia que? Hacia mi, mi propio bien quizá...Esa falta de interés general,  hizo que yo hiciera todo lo que hice hasta ahora. Y pasaron muchas cosas, y sintiéndome orgullosa de mi inmortalidad, sin darme cuenta, o sin querer admitirlo, buscaba la mortalidad en otros.
Y te preguntarías, de que locuras hablas? No eres inmortal.... Pero el vacío al perderte... era como serlo.  Pero mi inmortalidad se sentía como la de aquel individuo que vivió milenios, y yace solo en el mundo y vio a todos sus seres amados morir, a la sociedad cambiar y con eso darse cuenta que no pertenece a ningún lado....
Así se sentían los días, como la vida de un inmortal. Pero claramente todo este sentir es en el silencio, el orgullo es más que la tortura de la monotonía. Y lo gris duró meses, años....
Y para disimular, hubieron puntos mortales. Sutiles grises en lo obscuro. Luces que se desvanecían.... Hubo licores, cigarros, vicios estúpidos.... 
Hasta hubo puertas que me ofrecían mortalidad, pero eran puertas que no podía abrir... mi corazón, no quiere abrir...
Por que la vida que quiero, tiene un cerrojo que cerré, y que cuya llave perdí. Esa llave, donde se juntan los colores, donde se junta la luz, la música, el saber, las verdades, los leones, las miradas, tu mirada.... mi vida.
Y pasan los meses, la carne se pudre y la esencia permanece estática. 

Triste por que eres mortal. Por que me creo historias de inmortales, cuando tengo que aceptar las de los que mueren. 

Y esto murió, cuando volví a nacer (aparecí en un mundo frió, espinoso. Desnuda, vulnerable pero al no ver compañía, me resguardé en el frío y abrace las espinas.)

Han pasado un par de años, y una noche de verano encontré tu cerrojo. Pero no la llave. Puedo ver la colorida luz escapando de ese pequeño agujero. Y al acercarme siento su calor, siento las risas de juegos, siento como la madera del portal me acaricias... Y me da frío, y siento la muerte. Y me alegra!
Siento el paso del tiempo, veo emblanquecer las puntas de mi cabello... la vista nublosa. Pero donde está la llave?
Me la volverás a dar?

Oigo tu voz, y me llama. Seductora. Impaciente.

Mi silencio te hace dudar. Pero la determinación es indescriptible.

Aunque muera, será mi vida.
Y si muero, era tuya. 

Comments

Popular posts from this blog

Defensa Psicológica

Es el Blanco. Estar en blanco... Entendeme a traves de mis olvidos. Por que es así como sobrevivo: olvidando. Todo lo que hicimos, que de alguna manera me lastimó, te pido disculpas pero lo olvidé. Situación: estamos caminando en la calle y optas por poner en la mesa todas tus cartas. Sincerizar el juego. Y aunque mi gato estaba perdiendo la ultima vida, víctima de la curiosidad, es ahora cuando quisiera ser feliz en la anguatiante ignorancia. Pero no se si fue tu verdad en sí, o mi verdad, o la manera pedorra que tenes de decir las cosas sencillas... pero yo estaba muriendo. Siempre muero... El punto es, como evitó morir ahí? Cómo evitó el llanto? Estando en blanco. Mis ojos en blanco, mi mente en blanco... mi corazón? Una esponja! Sólo por eso no puedo olvidar completamente. Ahora puedo dejar de mentirme, y continuar con mi camino. Es tal lo que me lastimaste(culpa mía porque pensé que estábamos jugando jenga cuando todo esto era Monopoly) que ya deje de sentir, y ahora solo

El Inicio del Triunfo

Viernes casual. Vestido de verano y Tammuz se presenta ante mi portal. Me consulta si los babilonios se va a juntar esa tarde a presenciar a Nannar en su patio. Y sinceramente en ese momento se me ocurrieron muchas calumnias para Adonis Pero me limité a decirle "Nabu pasará por tu patio, los demás vamos directo al Dilmun." Fue en ese simple acto quizá, que caí en la cuenta que yo era Enlil, cuando todo este tiempo me consideré Inanna. Pero la cuestión era que yo, era señor del Dilmun. Y que despreciar a Tammuz, si bien me generaba cierta angustia, nostaliga, pena... me hacía dar cuenta que no caeria en el Irkalla. En Dilmun todos los dioses nos reunimos en comunión a la amistad, a la unión, a la jovialidad. Jugamos cartas y bebimos mucho. Cantamos y reímos. Todo transcurrió como en el origen de los días, del mundo. Senti como si An, Ki y Absu volvieran al antiguo Nammu. Las posibilidades eran infinitas, aunque mis considerados reales y aceptables caminos eran pocos

Aprender a Cultivar

Ella había escuchado hablar sobre agricultura. Entendió, ya de joven, que Plantar es un personaje clave en la obra de la vida. Más que protagonista, un tema principal. Y, con lo poco que escuchó, empezó a sembrar. En arena, tierra, barro y empedrado enterró todo lo que en su saber podría ser semilla. Tesoros de piedras, maderas, carbón y, milagrosamente alguna semilla,  terminaron  enterrados en los múltiples agujeros que hurgó para plantar. Estúpida esperanza: que la hizo esperar bajo el frío, la lluvia y el calor, a que cosas imposibles como piedras, ramas y carbón dieran plantas en lugares impensables.  Pero luego de muchos años encontró brotes de mango en la tierra. Los primeros brotes se secaron: aprendió a regar. Los segundos brotes se murieron: aprendió a fertilizar. Los terceros brotes crecieron fuertes pero no daban frutos: aprendió a esperar. Con los últimos brotes, quizá los más difíciles, trabajó la paciencia. Mejoró el entendimiento. Se descubrió en pos de una